jueves, 13 de mayo de 2010
El minotauro perdido
“Al despertar Remigio Alcázar una tarde, tras un dulce descansar, se encontró en la hamaca del patio transformado en un imponente minotauro.
Estaba recostado y al pararse le pesó su cabeza, camino frente al charco, y vio reflejados, como la luna en el lago, dos punzantes cuernos que emergían de su taurina cabeza, quiso ponerse un polo, pero terminó rasgándolo.
Dos piernas bien grandes, y un cuerpo mucho más musculoso en comparación del ordinario, ofrecían a sus ojos un espectáculo similar al de una atracción circense.
-¿Qué me ha pasado? ¿En qué me he convertido?
Paradójicamente se vio tan confundido, sin saber a dónde ir, ni que hacer, como si estuviera en un laberinto. Buscando un sentido a todo lo ocurrido, tratando de despertar de tan terrible sueño, pero no soñaba, no, todo era cierto…”
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